La yegua.
Hay mil formas de contestar a: "Cuéntame algo de ti" y esta es mi favorita. Bienvenido/a a Donde hablan las musas.
Es difícil comenzar a hablar sobre uno mismo en Internet esperando que a la gente le llame la atención, pero ha llegado un punto en el que es más difícil quedarse sin hacerlo. ¿Qué puedo contar sobre mí? Pues la misma historia que le he contado a todo aquel que pregunta lo mismo: el día que me robaron una yegua.
Para el que no lo sepa, llevo años haciendo equitación. Los caballos son mi vida y uno de los regalos más especiales de ella ha sido Mamba, mi primera yegua. En realidad, comenzó como una aventura; una gran red flag del mundo de la equitación es comprar caballos sin probarlos. Fue el caso de Mamba; llegó a mí de sorpresa, y no porque no se la esperase, sino porque se esperaba otra cosa: un caballo negro de salto que hubiese competido anteriormente. A mis manos llegó una yegua de doma que nunca había saltado y estaba a años luz de lo que una persona experta entendería como estar domada. Sin embargo, mi yo de 13 años, lejos de ponerse triste, intentó aceptar la situación y le dio una oportunidad, sin saber que en realidad se estaba dando una oportunidad a sí misma.
El día que la robaron, mi hermano me despertó para darme la noticia. No sabía que se trataba de ella hasta que me lo especificaron y lo normal es que la gente piense que me enfadé o me puse nerviosa, pero en realidad, por desgracia, Mamba y yo antes del robo jamás nos entendimos y hubo una parte de mí a la que, por un segundo, le alivió. Evidentemente, el alivio duró poco, pues había que buscarla. Estuvimos todo el día en la hípica, mucha gente me escribió y en algún momento del día recordamos que teníamos cámaras (porque sí, a nadie se le había ocurrido antes). En las cámaras vimos que quien robó la yegua fue la misma persona que me la vendió.
Fue todo cuesta abajo, varios intentos de encontrarla, contactar a todos los centros hípicos cercanos, muchos mensajes… Para cuando la encontramos estaba completamente rapada. Lo que más me gustaba de Mamba era su crin, que era enorme y rubia en las puntas, algo raro en una yegua negra. Ni siquiera algo tan simple como eso se quedó igual, ni yo era la misma persona cuando la volví a ver ni ella era la misma yegua cuando regresó.
Pero a nivel personal, aunque estuviese de nuevo en casa, ese no era el final feliz. Porque, el daño emocional, el dolor del cúmulo de cosas y el duelo de haber perdido todo el trabajo que había estado haciendo sola fue demasiado para mí, mucho más que el cariño que podía tenerle. Quiero pensar que me di a mí misma varias opciones para entenderla, como los entrenadores especializados, el tiempo pie a tierra y la búsqueda de información por mi cuenta, pero quizá no fue suficiente y he tardado muchos años en aceptar que eso está bien. Mamba, con el tiempo se vendió y fue una despedida menos dolorosa que la primera, porque sabía que era algo que ambas necesitábamos.
Ese fue el verdadero final feliz: aceptar lo que había pasado. Mamba y yo no estábamos destinadas y esa fue la primera vez que me sentí completamente perdida. A veces buscamos entenderlo todo, hacerlo todo y abarcar más de lo que podemos en el momento. Mamba me enseñó que a veces el mundo puede ser muy hostil, pero que el tiempo, el autocuidado y la paciencia siempre ayudarán a sanar.
Yo esperaba que ella saltase, ganase y me hiciese feliz y quizá ella esperaba que yo la quisiese como era: caótica y libre. Vi en ella algo que no existía y probablemente es lo más cruel que podría haberle hecho. Aprendí de ella que no siempre se puede esperar algo de los demás, pero lo más importante es que aprendí, con mucho tiempo, que yo también puedo ser caótica y libre y que habrá alguien allá afuera que me quiera por eso y que ese alguien puedo ser yo. Fue tanto mi mayor derrota como mi mayor victoria y eso define lo que soy; creo que es una buena primera impresión, la de resiliente.
Conocerse a uno mismo es quererse y mi historia con Mamba fue el inicio de ver la persona que era. ¿Qué contarías sobre ti si tuvieses la oportunidad de decir lo que sea? Aquí la tienes. Esta es mi forma de presentarme ante las nuevas personas que llegan a mi vida. Conocerse toma tiempo y esta es una manera de mostrarme tal como soy. ¡Cuéntame algo de ti!